Después del desfile: más que moda, emociones ✨

Hace unos días tuve la oportunidad de participar en un desfile que, sinceramente, me marcó mucho más de lo que esperaba. Fue una mezcla de nervios, ilusión y aprendizaje. Siempre que me enfrento a este tipo de experiencias pienso que habrá mucha competencia, que el ambiente será tenso… pero me llevé la sorpresa de que la mayoría de la gente fue súper maja. Había apoyo, sonrisas y esa complicidad bonita que nace cuando todos compartimos una misma pasión.

Quizás, desde fuera, algunos pensaron que estaba seria. Sí, sonreía, pero no tanto como hubiera querido. Y la verdad es que lo que me pasaba era algo muy simple: estaba tímida. Además, era la primera vez que no organizaba yo misma el desfile, sino que participaba en uno ya hecho. Y claro, esa sensación de “entrar en casa ajena” me generaba todavía más nervios.

No siempre es fácil mostrar tu trabajo al mundo, porque detrás de cada pieza hay mucho de ti mismo, y eso da un poco de vértigo. Sientes que te desnudas un poco al enseñar lo que has creado con tus manos, y el miedo al juicio aparece aunque intentes disimularlo con una sonrisa.

Uno de los momentos más emocionantes fue cuando salió mi bolso blanco con la cruz negra. Nunca pensé que llamaría tanto la atención, pero fue un verdadero éxito: todo el mundo me preguntaba por él, y sentí esa chispa de orgullo que te dice “ha valido la pena”. Lo curioso es que ese bolso estuvo a punto de no existir. No sabía cómo resolver el diseño de la cruz, la dibujé de mil formas diferentes hasta que un día decidí ponerla en el lateral, en lugar de en el centro. Esa simple decisión cambió todo. Soy católica y, aunque el símbolo tiene un valor para mí, no quería caer en exageraciones. Quería un equilibrio, algo elegante pero con carácter.

En el desfile también mostré otros bolsos y un top, y recuerdo a unas chicas muy simpáticas que se acercaron a mí para decirme que eran increíbles. Esas palabras me llegaron al corazón, porque siempre repito que cada pieza tiene una historia detrás. No son solo accesorios: son fragmentos de mi creatividad, de mi vida y de mis emociones. Cuando alguien los aprecia, siento que también está entendiendo un pedacito de mí.

Me hubiese gustado quedarme más tiempo, sobre todo para compartir la experiencia con mi nonna. Ella vino a verme y le encantó el desfile. Tener su aprobación fue, sin duda, el mejor premio de la noche. Ver su sonrisa mientras veía mi creación en la pasarela me hizo sentir que no solo estaba cumpliendo un sueño mío, sino también regalándole a ella un motivo de orgullo.

Al final, entendí que un desfile no es solo mostrar moda. Es mostrarte tú mismo, con tus inseguridades, tus miedos y tu pasión. Es abrir tu mundo para que otros entren y lo vivan contigo. Y, para mí, esa conexión con la gente fue lo más especial de todo. 💖

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